El Centro Cultural PUCP, en sus 29 años de creación, ha contado con 3 directores cuya influencia ha marcado de manera decisiva lo que esta institución es hoy. Cada uno de ellos – originándose en el mundo de las artes escénicas – reconoció en el teatro un móvil poderoso para desatar su talento y visión, y esto, tal vez, les permitió entender en cuerpo y alma lo que este país necesita y merece: arte y cultura.

Marco Mühletaler Maggiolo forma parte de esta triada, y hoy, 22 de setiembre de 2023, se retira del cargo para forjar nuevas aventuras, que siempre tendrán un eco en esta, su casa, por 19 años. “Mi sueño cuando estaba en la universidad era llegar un día a dirigir su Centro Cultural, pero no era algo consciente”, nos cuenta con ojos brillosos, tras 6 años a cargo de su dirección general.

Como estudiante de la Especialidad de Artes Escénicas de la Facultad de Ciencias y Artes de Comunicación PUCP, su quehacer en el Centro Cultural inició en el 2004, con tan solo 20 años, bajo la tutela de Aristóteles Picho, quien entonces se encargaba de las ceremonias de inauguración y clausura del Festival de Cine de Lima PUCP. Acto seguido, pasó a asistir en obras como “Muerte de un viajante” de Arthur Miller, a nuestro Director Fundador, Edgar Saba.

Este trabajo, se reflejó en la consecución del puesto de Coordinador de producciones artísticas del 2009 al 2011, donde realizó una corta pausa para estudiar el Máster en Gestión de Instituciones y Empresas Culturales en la Universidad de Barcelona. A su regreso, en el 2014, ingresó en el puesto de Jefe de proyectos. Y, en el 2016, cuando Edgar deja el puesto de director general para cederle el paso a Alicia Morales, Marco toma el puesto de director adjunto. En el 2018, Alicia deja la batuta, dejando sobre él la responsabilidad de liderar al equipo, continuar el gran legado de sus dos maestros y cumplir su sueño adolescente.

Su desarrollo como director no fue solo institucional, sino también como artista escénico con obras montadas en su adorada Sala Roja: “Días contados” de Oscar Martínez (2010), “Yo soy el mago… También” de Gonzalo Rodríguez Risco (2016), “Almacenados” de David Desola (2017), “33 variaciones” de Moisés Kaufman (2019) y “Conferencia sobre la lluvia” de Juan Villoro (2021 y 2022). En su gestión, se desarrollaron proyectos importantes para el Centro Cultural, como: la continuación de la coorganización del FAE Lima – Festival de Artes Escénicas de Lima, afianzando fuertes lazos con otras instituciones del rubro; el desarrollo de La noche de la Filosofía; el Encuentro Cultura y Ciudadanía por el aniversario número 25 del Centro; el Espacio BBVA en alianza con su Fundación, apoyo fundamental para la realización de nuestras actividades; 6 ediciones del Festival de Cine de Lima PUCP; entre otras destacadas producciones.

Durante este periodo, fue tal vez su mayor reto el no detenerse ante nada, ni siquiera ante una pandemia, que nos alejó a todos y a todas de los espacios físicos de encuentro. Esto exigió de él y el equipo que lideraba, abocarse a la virtualidad casi a ciegas y generar así un vínculo diferente con el público, tanto de Lima, el Perú y otros países. “Nuestro motor para afrontar la pandemia y el reto de la virtualidad, no fue económico, sino la creencia de que lo que hacemos es importante”, nos dice. Hoy, a su salida, se puede ver en retrospectiva lo caminado a lo largo de su carrera, que al igual que muchos de sus colaboradores, está estrechamente entrelazada con la vida del Centro Cultural. Un camino lleno de retos y pérdidas, pero sobre todo de arduo trabajo, entrega y pasión.

Tras un periodo de transición considerable, Marco le da paso a su sucesora, la actriz, docente y dramaturga Vanessa Vizcarra, con quien comparte no solo el origen escénico de sus predecesores, sino el ánimo por darle siempre un aire fresco y rejuvenecer a esta institución que, en su adultez, necesita mantener viva esa chispa de su creación junto con la visión hacia un futuro que cada vez cambia más rápida y vertiginosamente.

El director está preparado para partir y deja al Centro Cultural en buenas manos, las manos de quienes él cree fervientemente que conforman “el mejor equipo del mundo”.

Alas y buen viento, querido Marco.

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