¿Qué significa ser un productor de cine?
¿Qué cualidades se supone que debe tener alguien que se embarca en esa tarea realmente titánica y no siempre justamente reconocida? ¿Qué se espera de él o de ella?
La primera virtud, la más importante que se necesita tener, es saber escuchar. Escuchar, pero con todos nuestros sentidos. Sentarte con el director y pedirle que te cuente la película que aún solo existe en un guion, a veces escrito por él mismo o bien creado por otra persona y que, hasta ese momento, solo tiene vida en su imaginación. Pedirle que te la cuente toda, muy detalladamente, como si la estuviese viendo y así, permitirte verla.
La tarea de un buen productor es cumplir con el sueño del director, ser capaz de materializar la visión, aún intangible, de ese sueño y tener la sensibilidad, y crear los recursos, para lograr la atmosfera adecuada para cada escena. Dicho así, en una sola frase, parece simple. Pero para quienes participamos en la intimidad de la creación de una película, sabemos que no lo es. Hay más, muchísimo más.
Hoy estamos aquí para homenajear a una gran persona que es, también, una gran productora: Lita Stantic
Ella es una mujer extraordinaria que posee todas las virtudes que se necesitan para llevar a cabo esta gran tarea.
Lita es eso, ese “saber escuchar”, no solo al director sino también a cada uno de los integrantes del elenco, que incluye artistas y personal técnico.
Tiene esa capacidad de generar un clima de armonía que permite soportar largas jornadas.
Es lo suficientemente firme para exigir lo justo, y un poquito más, y lo suficientemente flexible para aceptar los imprevistos o los cambios sobre la marcha, que solicite el director.
Posee esa agilidad para aplicar o crear -con gracia y sin quejas- los llamados “plan b” y la disposición para aprender algo nuevo cada día y, muy especialmente, saber conservar la calma cuando todo parece desmoronarse.
Lita reúne todas esas cualidades y muchas más.
Es callada, reflexiva, atenta, observadora, sensible. No se le escapa nada, sabe anticiparse a los problemas y tiene cabeza de empresaria y un corazón de oro.
Y puedo afirmar esto porque tuve el privilegio de haber compartido trabajo con ella y, por supuesto, haber aprendido tanto de ella.
Es la excelencia con la que Lita siempre ha desarrollado su labor, la que la ha traído hasta aquí.
Y es por sus méritos, su profesionalismo y su calidad humana, que hoy, este entrañable festival del cual tengo el privilegio de formar parte, le está brindando este reconocimiento.
Gracias, querida Lita por tu titánica labor, por tu prolífica trayectoria y por tus tan valiosos aportes al cine argentino y latinoamericano. Y muy especialmente, por lo que has sembrado en mí y que puedo reconocer hasta hoy día.
Ester Ventura